lunes, 15 de septiembre de 2014

SHERLOCK HOLMES VERSUS CONAN DOYLE


    Para un amante de la novela policíaca, como lo es un servidor, encontrarse en Edimburgo y no hablar del creador de Sherlock Holmes, el más famoso, mítico y universal de todos los detectives, sería una falta imperdonable.
     Porque Arthur Conan Doyle nació en la calle Picardy Place, en Edimburgo en el año 1859. Hijo de una modesta familia, él y sus ocho hermanos pasaron graves estrecheces debido, principalmente, a la dependencia crónica al alcohol de su progenitor, que tiempo después murió en un manicomio. Sin embargo, no parece que este hecho influyera demasiado en su vida. 
    Con quien sí tuvo una relación muy especial fue con su madre, María Doyle, por la que sentía auténtica devoción, visitaba con asiduidad y escribía comentándole sus aventuras y desventuras.
     En la Universidad de Edimburgo, estudia medicina. Allí conoce a otros compañeros que a la larga serían como él hombres ilustres (James Barrie y Robert Louis Stevenson, entre otros), pero quien realmente deja una gran influencia en el joven Arthur es uno de sus profesores, el médico y precursor de la medicina forense Joseph Bell, un auténtico maestro en la observación, la lógica, la deducción y el diagnóstico, cualidades que aplica de forma magistral al que poco tiempo después sería famoso detective. 
      No me resisto a transcribir unos párrafos de El perro de los Baskerville, en los que podemos apreciar las capacidades enunciadas anteriormente. Sherlock Holmes discute en este capítulo con su ayudante Watson sobre las características de un bastón dejado por un supuesto cliente, un médico, al que ninguno de los dos conoce:

Hay mucho más, mi querido Watson. Por mi parte, opino que es más probable que se haga un regalo a un médico en un hospital que en una sociedad, y cuando las iniciales C.C. se hallan colocadas ante una H., recuerda uno al Charing Cross Hospital.
Es posible que tenga usted razón.
Por lo menos es probable. Si tomamos esto como hipótesis para investigar, tenemos otra base en que apoyarnos, a fin de reconstruir a nuestro incógnito visitante... Creo que podemos sacar algo más.... El médico no ha podido pertenecer al cuerpo oficial de sanidad del hospital, porque solo les está permitido a los que tienen asegurada una clientela en Londres, y teniéndola él, no la abandonaría para ir a provincias. En este caso, ¿qué situación era la de Mortimer allí? Estando en el hospital y no perteneciendo al cuerpo médico, solo puede haber sido cirujano interno o médico de familia; en fin, poco más que practicante. Salió del cuerpo hace cinco años, según la fecha grabada en la faja del bastón. De manera que el facultativo de cierta edad se desvanece, amigo Watson, y en su lugar aparece un joven de menos de treinta años de edad, amable, poco ambicioso y distraído, dueño de un perro que, para describirlo brevemente, diría que es mayor que un ratonero y más pequeño que mastín.
No pude menos que reírme, mostrando cierta incredulidad al oír esto, mientras Sherlock Holmes, reclinado en el sofá, lanzaba al aire ondulantes nubecillas de humo.”

     Fue en 1886 cuando el rey de la lógica vio la luz por primera vez junto a su inseparable Watson, el narrador de sus historias y que, a la vez, parece un retrato del propio Conan Doyle, mientras que su admirado maestro parece un calco, también en lo físico, del doctor Bell. La revista The Strand ofrece a Arthur Conan una sustanciosa suma de dinero para publicar en exclusiva la saga del detective. 
   Arthur Conan Doyle fue prolífico autor que cultivó también con destreza otros géneros literarios. Sin profundizar en ellos, baste recordar las obras de ciencia ficción que tienen como protagonista al profesor Challenger: El mundo perdido, La zona ponzoñosa, La máquina desintegradora...
     Sin embargo, en poco tiempo el detective sepultó bajo su fama al resto de obras.del joven y ya prestigioso autor. Pero, al igual que ha ocurrido en otras ocasiones, a los siete años de la creación de Sherlock Holmes, el escritor se cansa de su personaje y decide matarlo. Su madre, a la que había confiado tal decisión, trata de disuadirle de su error sin conseguirlo. Así que se publicó El problema final, una historia que transcurre en Suiza y donde el héroe muere a manos del malvado profesor Moriarty.
     Con la muerte del detective, también estuvo a punto de morir la revista The Strand, que publicaba sus historias y que perdió 20.000 suscriptores que decidieron darse de baja. Las presiones de los lectores cuyas cartas llegaban por miles al 221 de Baker Street, (domicilio del detective) y que iban desde las súplicas más lastimeras a los insultos y las amenazas más terribles, que consideraron un luto nacional la muerte del prestigioso detective (llevaban crespones negros en la manga en señal de duelo) y, sobre todo, las penurias económicas por las que pasó el autor, hicieron que tres años más tarde continuara escribiendo las aventuras del mítico personaje..., naturalmente, ocurridas con anterioridad a su temprana muerte. 
     El caso es que analizando a Sherlock Holmes no parece un personaje que inspire demasiadas simpatías, tal cual le retrata el propio autor:

Su estatura sobrepasaba los seis pies, y era tan extraordinariamente enjuto, que producía la impresión de ser aún más alto. Tenía la mirada aguda y penetrante, [...] y su nariz, fina y aguileña, daba al conjunto de sus facciones un aire de viveza y de resolución.”

     Es un tanto misógino, no suele hablar bien de las mujeres, egocéntrico, presuntuoso en extremo, soberbio, consumidor de cocaína... Por contra, es sumamente ordenado en sus planteamientos lógicos, culto (domina enormidad de materias, en especial la Química), excelente deportista (artes marciales, boxeo y esgrima), buen actor que hace un hábil uso de los disfraces para seguir a sospechosos, excelente violinista..., y así, un sinfín de cualidades.
    Arthur Conan Doyle escribió sobre el famoso detective un total de cuatro novelas y cincuenta y seis relatos agrupados en varios tomos. Las novelas son: Estudio en Escarlata, El signo de los cuatro, El perro de los Basquerville y El valle del terror.
     En 1902, Conan Doyle es nombrado Caballero del Imperio Británico con el título de Sir.
    Sherlock Holmes ha sido llevado numerosas veces al teatro, al cine, la radio, los cómics, dibujos animados, la televisión... A lo largo de los años se ha convertido en un icono popular en todo el mundo hasta el punto de que en encuestas realizadas en distintos países está considerado como un personaje de carne y hueso, como si realmente hubiera existido, vamos. 
     Para subrayar más este hecho, la casa donde Arthur Conan Doyle situaba el domicilio del detective en Londres, (el 221 de Baker Street) fue comprada por la ciudad y convertida en museo. El museo de Sherlock Holmes, por supuesto, querido Watson.

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