MANUEL
VÁZQUEZ MONTALBÁN (II)
PEPE
CARVALHO
“Las
novelas de Carvalho, más allá de la transición española, trazan
el viaje desde la edad de la inocencia de la década de los sesenta a
la edad de todos los empleos precarios y desempleos estables, esta
globalizada edad de la desesperanza”.
(Manuel Vázquez Montalbán, Babelia,
El País, 1997).
“Yo maté a Kennedy”, afirma con
rotundidad el español José Carvalho Larios, exagente de la CIA y
guardaespaldas del difunto presidente estadounidense John F. Kennedy.
Si fue, o no, el asesino de Kennedy
no está claro, pese al tiempo transcurrido y los ríos de tinta
derramada. Lo que si está fuera de toda duda es que la paternidad
literaria del famoso detective corresponde al escritor Manuel Vázquez
Montalbán, autor catalán de una de las sagas de mayor éxito de la
literatura española y universal.
José Carvalho Larios, más conocido
como Pepe Carvalho, es hijo de emigrantes gallegos afincados en
Barcelona. En la universidad militó como comunista, por lo que pasó
una temporada en la cárcel. Después, fue captado por la CIA, con la
que trabajó durante nueve años y anduvo por medio mundo. Sin razón
aparente de peso, abandonó la agencia de espionaje, volvió a
Barcelona y se hizo detective privado (“huelebraguetas”), sin
importarle el tipo de encargo que le hicieran: lo mismo acepta un
caso de infidelidad conyugal que la investigación de un asesinato.
Cuestión de dinero.
Carvalho es un hombre sin demasiados
escrúpulos ni principios ―“solo vísceras en
buen uso”―, al menos de acuerdo con la moral
convencional: ayuda a desvelar el crimen y nada más, atendiendo a la
demanda del cliente, que es quien le paga. El propio Vázquez
Montalbán le justifica así:
“Yo,
es decir, Carvalho, jamás ha entregado un criminal a la policía o a
la justicia. No pertenece a la deontología de un detective privado
el sancionar con el aparato represivo por delante, pero es que
además, puesto que estamos hablando de literatura, todo escritor
sabe que el verdadero asesino de su novela es él mismo. El escritor
es la chica del bar y el amante de la chica del bar, el gánster y el
policía, el homosexual y el fascista, el marxista y el heterosexual,
la víctima y el asesino”.
Yo
maté a Kennedy,
es la
primera obra de la saga donde se muestra a Carvalho, aunque más que
una novela negra o policíaca al uso, parece que Vázquez Montalbán
lo que pretendiera es hacer un ensayo sobre la dualidad de la
conducta del personaje (héroe-antihéroe; agente de la
CIA-comunista; guardaespadas de un presidente-asesino del mismo...).
La novela, publicada por Planeta en 1972, pasó desapercibida.
Tampoco tuvo mejor suerte la segunda de la saga, Tatuaje,
de la que me extenderé más en otra página del blog. Sin embargo,
las posteriores, poco a poco van calando en los lectores españoles,
a la vez que se traducen a otras lenguas. Pasados los años, es tal
el éxito, que Andrea Camilleri, prestigioso escritor italiano, al
comisario de policía protagonista de su serie le bautiza como Salvo
Montalbano en honor de Vázquez Montalbán.
A
Manuel Vázquez Montalbán,
le sirve la serie para dibujar una crónica social de España dentro
del contexto histórico y las circunstancias del momento: desde la
crisis del eurocomunismo (Asesinato
en el Comité Central), el
periodo de la Barcelona olímpica (Sabotaje
olímpico, El laberinto griego),
o la rocambolesca huida de Luis Roldán (Roldán,
ni vivo ni muerto
que se publica, en principio, por entregas en el diario El País).
A
estas, hay que sumar: La
soledad del manager, Los mares del Sur, Los pájaros de Bangkok, La
rosa de Alejandría...
Así, hasta un total de veinte novelas y ocho libros de relatos,
todos ellos con Carvalho como protagonista.
Cuatro
de las novelas de la saga fueron llevadas al cine:Tatuaje, Los
mares del sur, Asesinato en el Comité Central y El laberinto
griego e interpretadas por actores en el papel de Carvalho tan
variopintos como Carlos Ballesteros (Tatuaje), Juan Luis
Galliardo (Los mares del sur), Patxi Andión (Asesinato en
el Comité Central), u Omero Antonutti (El laberinto griego).
En 1984, Televisión Española realiza una serie de ocho películas
bajo el título genérico de “Las aventuras de Pepe Carvalho” con
el actor Eusebio Poncela como protagonista. Ninguno de ellos fue del
agrado de su autor (Montalbán dijo en varias ocasiones que su actor
preferido hubiera sido el francés Trintignant), y dado el escaso
éxito que alcanzaron, parece que alguna razón debería tener.
Pero
Carvalho, el personaje literario, que es el que aquí nos interesa,
está complementado con sus adláteres, a los que acabamos conociendo
tan bien, o tan mal -según se mire-, como al propio protagonista. Y es que las historias del peculiar detective no serían nada sin Charo
García, puta de teléfono, que comparte con Carvalho amores ―si
es que alguna vez los hubo―, y desaires y desamores, que sí fueron muchos; Biscúter,
ayudante del detective, exladrón de coches y expresidiario, como el
propio Carvalho; El Bromuro, facha y exlegionario, pobre diablo y desgraciado que se gana la vida como confidente y limpiabotas, y al que nos resulta difícil de creer sus
portentosas hazañas sexuales; o la Andaluza, una puta de Bilbao que se hace pasar por
sevillana porque cree que las putas del sur son más deseadas por los
clientes...
Para
finalizar, unas palabras del propio Vázquez Montalbán sobre su detective: “Construí a Carvalho con una serie de materiales de
derribo que lo hacían inverosímil en la realidad material, pero
perfecta y mágicamente verosímil en la realidad literaria”.
Sea
Carvalho material de derribo o no, lo cierto es que se comporta en
muchos aspectos como un álter ego de su
progenitor: sus afinidades políticas; paso por prisión a causa de las
mismas; placer por la gastronomía (prácticamente, en todas la
novelas de la serie hay alguna receta culinaria de factible
preparación); su amor por la cultura, el gusto por la buena
literatura y que, en el caso del detective, le hace encender el fuego
de la chimenea con algún libro, según él, de escasa calidad...
Pepe
Carvalho, todo un apasionante personaje de novela negra que resulta imprescindible conocer.
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