sábado, 19 de abril de 2014

MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN (II)
PEPE CARVALHO



Las novelas de Carvalho, más allá de la transición española, trazan el viaje desde la edad de la inocencia de la década de los sesenta a la edad de todos los empleos precarios y desempleos estables, esta globalizada edad de la desesperanza”. (Manuel Vázquez Montalbán, Babelia, El País, 1997).

    “Yo maté a Kennedy”, afirma con rotundidad el español José Carvalho Larios, exagente de la CIA y guardaespaldas del difunto presidente estadounidense John F. Kennedy.

    Si fue, o no, el asesino de Kennedy no está claro, pese al tiempo transcurrido y los ríos de tinta derramada. Lo que si está fuera de toda duda es que la paternidad literaria del famoso detective corresponde al escritor Manuel Vázquez Montalbán, autor catalán de una de las sagas de mayor éxito de la literatura española y universal.

    José Carvalho Larios, más conocido como Pepe Carvalho, es hijo de emigrantes gallegos afincados en Barcelona. En la universidad militó como comunista, por lo que pasó una temporada en la cárcel. Después, fue captado por la CIA, con la que trabajó durante nueve años y anduvo por medio mundo. Sin razón aparente de peso, abandonó la agencia de espionaje, volvió a Barcelona y se hizo detective privado (“huelebraguetas”), sin importarle el tipo de encargo que le hicieran: lo mismo acepta un caso de infidelidad conyugal que la investigación de un asesinato. Cuestión de dinero.

    Carvalho es un hombre sin demasiados escrúpulos ni principios “solo vísceras en buen uso”, al menos de acuerdo con la moral convencional: ayuda a desvelar el crimen y nada más, atendiendo a la demanda del cliente, que es quien le paga. El propio Vázquez Montalbán le justifica así:

Yo, es decir, Carvalho, jamás ha entregado un criminal a la policía o a la justicia. No pertenece a la deontología de un detective privado el sancionar con el aparato represivo por delante, pero es que además, puesto que estamos hablando de literatura, todo escritor sabe que el verdadero asesino de su novela es él mismo. El escritor es la chica del bar y el amante de la chica del bar, el gánster y el policía, el homosexual y el fascista, el marxista y el heterosexual, la víctima y el asesino”.

    Yo maté a Kennedy, es la primera obra de la saga donde se muestra a Carvalho, aunque más que una novela negra o policíaca al uso, parece que Vázquez Montalbán lo que pretendiera es hacer un ensayo sobre la dualidad de la conducta del personaje (héroe-antihéroe; agente de la CIA-comunista; guardaespadas de un presidente-asesino del mismo...). La novela, publicada por Planeta en 1972, pasó desapercibida. Tampoco tuvo mejor suerte la segunda de la saga, Tatuaje, de la que me extenderé más en otra página del blog. Sin embargo, las posteriores, poco a poco van calando en los lectores españoles, a la vez que se traducen a otras lenguas. Pasados los años, es tal el éxito, que Andrea Camilleri, prestigioso escritor italiano, al comisario de policía protagonista de su serie le bautiza como Salvo Montalbano en honor de Vázquez Montalbán.

    A Manuel Vázquez Montalbán, le sirve la serie para dibujar una crónica social de España dentro del contexto histórico y las circunstancias del momento: desde la crisis del eurocomunismo (Asesinato en el Comité Central), el periodo de la Barcelona olímpica (Sabotaje olímpico, El laberinto griego), o la rocambolesca huida de Luis Roldán (Roldán, ni vivo ni muerto que se publica, en principio, por entregas en el diario El País). A estas, hay que sumar: La soledad del manager, Los mares del Sur, Los pájaros de Bangkok, La rosa de Alejandría... Así, hasta un total de veinte novelas y ocho libros de relatos, todos ellos con Carvalho como protagonista.

    Cuatro de las novelas de la saga fueron llevadas al cine:Tatuaje, Los mares del sur, Asesinato en el Comité Central y El laberinto griego e interpretadas por actores en el papel de Carvalho tan variopintos como Carlos Ballesteros (Tatuaje), Juan Luis Galliardo (Los mares del sur), Patxi Andión (Asesinato en el Comité Central), u Omero Antonutti (El laberinto griego). En 1984, Televisión Española realiza una serie de ocho películas bajo el título genérico de “Las aventuras de Pepe Carvalho” con el actor Eusebio Poncela como protagonista. Ninguno de ellos fue del agrado de su autor (Montalbán dijo en varias ocasiones que su actor preferido hubiera sido el francés Trintignant), y dado el escaso éxito que alcanzaron, parece que alguna razón debería tener.

    Pero Carvalho, el personaje literario, que es el que aquí nos interesa, está complementado con sus adláteres, a los que acabamos conociendo tan bien, o tan mal -según se mire-, como al propio protagonista. Y es que las historias del peculiar detective no serían nada sin Charo García, puta de teléfono, que comparte con Carvalho amores si es que alguna vez los hubo, y desaires y desamores, que sí fueron muchos; Biscúter, ayudante del detective, exladrón de coches y expresidiario, como el propio Carvalho; El Bromuro, facha y exlegionario, pobre diablo y desgraciado que se gana la vida como confidente y limpiabotas, y al que nos resulta difícil de creer sus portentosas hazañas sexuales; o la Andaluza, una puta de Bilbao que se hace pasar por sevillana porque cree que las putas del sur son más deseadas por los clientes...

    Para finalizar, unas palabras del propio Vázquez Montalbán sobre su detective: “Construí a Carvalho con una serie de materiales de derribo que lo hacían inverosímil en la realidad material, pero perfecta y mágicamente verosímil en la realidad literaria”.

    Sea Carvalho material de derribo o no, lo cierto es que se comporta en muchos aspectos como un álter ego de su progenitor: sus afinidades políticas; paso por prisión a causa de las mismas; placer por la gastronomía (prácticamente, en todas la novelas de la serie hay alguna receta culinaria de factible preparación); su amor por la cultura, el gusto por la buena literatura y que, en el caso del detective, le hace encender el fuego de la chimenea con algún libro, según él, de escasa calidad...

    Pepe Carvalho, todo un apasionante personaje de novela negra que resulta imprescindible conocer.

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