sábado, 21 de junio de 2014

JUAN MADRID ( I ). BRIGADA CENTRAL.




“El menudeo, el pago de la droga en la calle es al contado, lo que al cabo del día son muchos sacos de billetes que hay que meter en los bancos. Así que sin los bancos no habría tráfico de estupefacientes” (Juan Madrid, La Vanguardia, 11-2-2013).

     Juan Madrid, está considerado como uno de los escritores de novela negra más reconocidos a nivel mundial. Seguramente, parte de este éxito lo tiene la serie Brigada Central, de la que él fue autor y guionista único. La serie, dirigida por Pedro Masó y protagonizada por Imanol Arias, se emitió entre los años 1989 y 1990 en TVE y consiguió un éxito inmediato no solo en España, sino a nivel internacional. Muchas cadenas europeas y americanas compraron los derechos de emisión y los catorce capítulos se volvieron a emitir en diversas ocasiones.

     Juan Madrid nació en Málaga en 1947 y de niño se trasladó primero a Marruecos y después a Madrid. Estudió Historia en la Universidad de Salamanca. Ejerció como periodista en las revistas TriunfoCambio 16 e Índice, así como colaborador habitual en los diarios El Mundo y El País, amén de otros medios españoles y sudamericanos. Algunas de sus obras han sido traducidas a más de veinte idiomas.

     Juan Madrid a través de Pedro Masó, narra con crudeza la labor de unos policías de la Brigada Central, un cuerpo de élite de la policía española dedicada a la lucha contra el narcotráfico, la delincuencia internacional y el crimen organizado. Seguramente, parte del éxito, reside en que la narración no se limita únicamente a la descripción de una acción que en algunos momentos se hace trepidante, sino que, además, el autor y guionista entremezcla con sumo acierto historias personales de los protagonistas que la hacen cercana, creíble, con todos los fallos, zancadillas, peleas, conflictos de pareja, amores frustrados, envidias, etc, existentes en cualquier colectivo humano, por muy cuerpo de élite que se considere. Y todo ello, en una España recién salida de la dictadura, con los reparos y suspicacias que seguían produciendo en la ciudadanía los cuerpos de seguridad del Estado.

     Pese a que la emisión de la serie significó un signo de la libertad que se fue alcanzado a lo largo de las legislaturas socialistas, Juan Madrid cuenta que hubo un momento en que se detuvo el rodaje por prohibición expresa de la Dirección General de la Policía. Sin embargo, el director, Pedro Masó, consiguió llegar a un acuerdo con la Dirección General y permitir que en el rodaje hubiera un inspector de policía con potestad para corregir o vetar cualquier toma o diálogo que considerara inoportuno. Es decir, la censura, que no cejaba en su empeño, pese a los aires nuevos de renovación en la incipiente democracia española. Visto en la distancia, se pueden adivinar los recelos de algunos policías que salen retratados en la serie no como hermanitas de la caridad, sino utilizando unos métodos que son los que los ciudadanos de la época habían experimentado en sus propias carnes.

     El personaje principal de Brigada Central es Manuel Flores, un inspector jefe de policía de etnia gitana (¡que ya era impactante en la España de la época!), encarnado en un joven Imanol Arias y que dirige a un selecto grupo de policías dispuestos a colocarse siempre en primera línea de fuego. Sin embargo, a Flores le es difícil mantenerse alejado de sus raíces: de su padre, un trilero catalán, y de otros “primos” y familiares, que no dudan, por ejemplo, en entrar de forma fraudulenta en el domicilio del propio policía. Y, por supuesto, Flores tendrá también que mantener a raya a sus propios compañeros:

―¿Por qué no le dices todo eso a la cara?
―No le tengo miedo al gitano.
La puerta se abrió y entró Flores. Iba cabizbajo, pero se detuvo al llegar a la altura de Marchena y Lucas. Se dio cuenta de lo que estaba pasando.
―Aquí lo tienes.
Flores miró fijamente a Marchena y este le devolvió la mirada sin parpadear. Marchena era más antiguo que él en el escalafón; su cuello grueso se hinchó más. Era más bajo que Flores y con unos hombros anchos y fornidos. Marchena sonrió, los dientes eran pequeños y muy separados. No fue una sonrisa amistosa.
―Llegas en el momento oportuno.
―¿Si? Deja que lo adivine, Marchena. Estás protestando por el sunto Prada, ¿no es verdad? Te parece de poca monta, ¿no es así? A ti te gustan los grandes casos, los que añaden felicitaciones públicas a tu expediente y premios en metálico. Pero deja que te diga una cosa: aquí no quiero a nadie a disgusto, así que pide el traslado inmediatamente. No te quiero aquí. ¿Lo has entendido?
―Baja al sótano conmigo ―silabeó Marchena―. Anda, baja allí y lo discutiremos de hombre a hombre.

     La serie contaba con un elenco de primeros actores: Poveda (José Manuel Cervino), el jefe de Flores; el inspector Marchena (Patxi Andion), envidioso de los éxitos de su compañero; Carmela (Isabel Serrano), la atractiva y sexy policía del grupo; Lucas (José Coronado), el policía tranquilo e intelectual. Además, hubo otros actores secundarios de altura: Pilar y Javier Bardem, Luis Escobar, Manuel Alexandre, María Isbert, Fernando Guillén... 

    Sin embargo, a mi juicio, y pese a la calidad indiscutible de los actores, creo que la interpretación resultó bastante forzada. A todo lo largo de la serie, los exabruptos, gritos, salidas de tono, crispación..., se van sucediendo prácticamente en cada escena dando la impresión de que esa policía de élite se comportaba, en realidad, como chicos en el patio de un colegio, o como vulgares matoncillos de barrio. El texto narrativo, el guión, tiene suficiente calidad, transmite la precisa tensión emocional, como para que el realizador, Masó, no hubiera recurrido a semejantes subterfugios interpretativos.

    Los bien elaborados guiones se veían reforzados por la excelente música de Antón García Abril (aquel compositor de temas inolvidables, míticos, como El hombre y la tierra).

    Juan Madrid supo aprovechar su anterior actividad profesional como reportero de la crónica de sucesos y su conocimiento de los entresijos de las comisarías de policías para elaborar una crónica social de una España que empezaba a deshacerse del largo abrazo de la dictadura:

    “Siempre quise escribir sobre la policía. Esa gente que sabiéndolo o no, se gana la vida y tiene su razón de ser defendiendo un sistema de valores, creencias y relaciones de producción que no todos compartimos. Sobre sus contradicciones, sus vidas privadas, sus relaciones con el delito, los delincuentes y el resto del aparato encargado de defender el orden tenía yo ganas de escribir largo y tendido” (B.C. Flores, el gitano. Juan Madrid).

    Las catorce historias, guiones, de Brigada Central se editaron posteriormente en tres gruesos volúmenes: Flores, el gitanoAsuntos de rutina y El hombre del reloj (Ediciones B, 2010-11. Barcelona).

    Aparte de Brigada Central, Madrid ha escrito otras obras que han sido llevadas al cine: Al acecho (Nada que hacer), 1983; Días contados (1993), dirigida por Imanol Uribe, que obtuvo un gran éxito de público y crítica; Ciudades oscuras (Crónicas del Madrid oscuro), 2002; Tánger, 2003, sobre la novela homónima (en esta obra se estrenó como director el propio autor); La memoria recobrada: Málaga, 1937, la carretera de la muerte, 2006, documental sobre el episodio de la guerra civil de febrero de 1937 cuando las fuerzas franquistas masacraron a miles de civiles que huían hacia Almería del terror de Queipo de Llano que había tomado la ciudad de Málaga.

 Asimismo, Juan Madrid es autor de otras novelas, relatos y ensayos. Pero entre todas ellas merecen destacarse las obras protagonizadas por Toni Romano, el singular exboxeador y detective privado. Lo trataremos en la siguiente entrada de este blog.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, recuerda poner tu nombre y apellidos.¡Gracias por tu comentario!