JUAN MADRID ( II )
EL DETECTIVE TONI ROMANO
“España
es el primer país consumidor de cocaína de Europa con un tráfico
bestial, en el que la droga la llevan unos, la distribuyen otros y la
meten en los bancos otros diferentes” (Juan
Madrid. La Vanguardia, 11-2-2013).
Antonio
Carpintero, más conocido por su alias de Toni Romano es el
protagonista de una interesante saga literaria cuyo autor es Juan
Madrid.
Antonio
Carpintero es hijo de un limpiabotas, con una infancia difícil por
los malos tratos de que era objeto por parte de su padre:
Mi padre tenía sitio de
limpiabotas fijo al fondo a la izquierda (en la “Cervecería de
Hamburgo”), donde antes estaban los retretes. Mi padre vestía
camisa y pantalón negro y siempre lo recuerdo borracho con un vaso
de vino en las manos.
Cuando me veía, lo más que decía
era: “Siéntate ahí y no molestes”.
Yo me sentaba en una silla y
miraba de reojo a mi padre preguntándome qué habría hecho yo para
que mi padre me odiara tanto.(“Cuentas
pendientes”, Juan Madrid. Santillana, 1995).
Cuando
pudo, trabajó como chico de los recados para ganarse unas pesetas y
un bocadillo. Esto le sirvió para ir conociendo como la palma de su
mano el madrileño barrio de Malasaña, donde transcurren la mayor
parte de sus historias y que tanto le ayudará a conocer a la
variopinta gente que lo conforman. Sabía que estaba destinado a
ser carne de cañón y es por lo que lucha por salir de ese mundo
difícil. Se hace boxeador profesional y toma el nombre con el que será conocido, Toni
Romano, en honor a Rocky Marciano, al que
admira. Poco más tarde, alguien le ofrece entrar en la policía.
Estamos aún en los tiempos del franquismo, cuando se obtenía la
confesión de los detenidos a base de “calentarlos adecuadamente”.
Resulta lógico que a los agentes de policía de la época se les
denominara familiarmente “maderos”.
Toni
Carpintero consigue pasar en el Cuerpo de Policía casi veinte años.
Su honradez y la dificultad para callarse, le hace tener problemas
con sus superiores y otros compañeros que sí tragan. Sale
desengañado, cansado de perseguir y meter en chirona a ladrones de
poca monta y dejar libres, impunes, a los ladrones de despacho, de
guante blanco, políticos y corruptos.
Después
de su experiencia policial, pasará a trabajar en la agencia Draper,
especializada en el cobro de impagados. Es allí donde le conocemos
en su primera aventura literaria, Un beso de amigo (1980),
en la que realizará el encargo de encontrar al socio de un
comerciante desaparecido. Nos encontramos ya en la transición
democrática y Romano sabe moverse entre la batería de
personajes marginales de Madrid y, en especial, de Malasaña. Pero
también, de vez en cuando, consigue meter la cabeza entre los ricos,
y lo que ve y huele no le gusta.
Dejará
la agencia de detectives para trabajar por su cuenta como detective
privado. Es verdad que aprovechará sus contactos anteriores para
moverse en el proceloso mundo del hampa, de personajes marginales, de
policías y jueces corruptos... Pero lo suyo es una caída, una
bajada a los infiernos de los que salió cuando era un joven
ilusionado con entrar en la policía:
―Esta sociedad es muy
desagradecida con nosotros, los maderos. Lo hemos entregado todo, nos
hemos sacrificado y cuando no nos necesitan, nos despachan.
―Gran verdad ―corroboró
Inchausti y lanzó un sonoro suspiro―.
Nos jugamos la vida para nada. Ahora hay una dictadura de los jueces,
esos cabrones. Los chorizos y los violadores entran por una puerta y
salen por otra. Y no digamos los terroristas, pero para qué hablar
de política y de los políticos, esas sanguijuelas. Me pongo enfermo
con solo pensar en ellos. (“Cuentas
pendientes”).
En
Las apariencias no engañan
(1982), Romano ya ha dejado de trabajar en la agencia Draper y lo
hace ahora de portero de discoteca: necesita dinero para subsistir.
Sin embargo, es testigo de un crimen y se dedicará a resolverlo. Le
siguen Regalo de la casa
(1986), Mujeres $ mujeres
(1996) y Cuentas pendientes
(1995), en la que un Toni Romano cada vez más caído, más
escéptico, pero siempre íntegro, deberá deberá enfrentarse a sus
antiguos compañeros de la policía que pretenden endosarle un crimen
que no ha cometido.
Otras novelas de la saga, son: Grupo
de noche (2003), Adiós, princesa (2008), Bares nocturnos (2009).
En cualquier caso, Toni Romano ve
desilusionado que los años pasan sin que apenas se reflejen en la
sociedad las mejoras antaño tan apetecidas. En Grupo de noche, un
personaje reflexiona en voz alta:
Ellos nos lo dan todo hecho, todo
mascado y bien mascado, nos dicen lo que tenemos que hacer, pensar...
nos indican lo que nos debe gustar, lo que debemos consumir, ya sea
ropa, coches, libros...
Desde
Bares nocturnos, Juan
Madrid no ha vuelto a escribir sobre el detective Toni Romano. Con la
aparición en 2013 de Los hombres mojados no temen la
lluvia, nos presenta un nuevo
personaje, Liberto Ruano, un joven abogado un tanto peculiar. Pero
hablaremos de él más adelante, en otra entrada de este blog.
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