jueves, 13 de febrero de 2014

Dashiell Hammett, el creador de la novela negra


Dashiell Hammett, el creador de la novela negra

                                                         ―¿De qué está hecho? le preguntan a Sam Spade, sobre el halcón.
                                                         ―Del material con el que se fabrican los sueños ―responde aquel.
                                                                                                                ("EL HALCÓN MALTÉS")


El pasado mes de enero se cumplía el aniversario de la muerte del creador de la que se ha venido en llamar novela negra, el estadounidense Dashiell Hammett (10 de enero de 1961).

Creo que sería una frivolidad por mi parte, tener un blog de literatura sobre este género, sin dedicarle unas lineas de modesto homenaje al creador del detective de La Continental y de Sam Spade, protagonistas de obras como Cosecha roja, El halcón maltés, La maldición de los Dain, o sus colecciones de relatos.

Hammett marca un antes y un después en el género policíaco, como hasta entonces se le venía llamando, para sentar las bases de un nuevo género dentro de la literatura. Hasta su aparición, las novelas de detectives no tenían otra finalidad más que la de descubrir al asesino, frecuentemente con investigadores un poco frívolos, poseedores de unas mentes privilegiadas capaces de solucionar los problemas más difíciles, incluso los crímenes cometidos en espacios cerrados, un muerto asesinado en una habitación completamente sellada de la que era imposible escapar...

Hammett vivió una época convulsa de su país: se alistó voluntario como soldado en ambas Guerras Mundiales. De la Primera, le quedaría como secuela una tuberculosis que le llevó más tarde a tener problemas con el alcohol. Posteriormente, el crack del 29 y la llamada Gran Depresión acabaron marcando su vida y su obra literaria, impregnándola de un fatalismo, un pesimismo, que no eran más que el reflejo de su época. De sólidos principios, con un firme compromiso con la izquierda política, estuvo en prisión durante seis meses al negarse a delatar a otros compañeros que iban a ser investigados. Era la época dura del maccarthismo y la “caza de brujas”.

Durante siete años estuvo en la prestigiosa agencia de detectives Pinkerton, que posteriormente sería la base del F.B.I., y este trabajo le daría los fundamentos para conocer en profundidad las técnicas de investigación policial. La literatura de Hammett refleja sin ningún tipo de tapujos una sociedad convulsa, marcada por la corrupción a nivel político, policial o judicial. La prohibición de producir, distribuir y vender alcohol, encontró en las bandas organizadas y mafiosas, mediante el contrabando, el camino para enriquecerse y, a la vez, pudrir el tejido social americano.

Hammett convierte su narrativa en un testimonio social de la época, con personajes desengañados, violentos, que han de decidir con frecuencia si pasan la linea de la ley, porque la propia ley, con sus defensores, es más corrupta que aquellos a los que persigue.

Dashiell Hammett utiliza un estilo acerado, de frases cortas, precisas, como cuchillos, que hace que el lector vaya configurando por sí mismo el retrato de los personajes y situaciones que se describen.

Sam Spade es el detective por antonomasia, quizás el espejo del propio autor, más filósofo que investigador, debatiéndose continuamente entre el bien y el mal... Todos los demás, los que vinieron después, son meras variaciones del personaje de Hammett.

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